Valentinne Rudolphy

Cooperativa Marga Marga y Rodolfo Muñoz

Vivimos en un país centralizado. Cuesta enterarse de lo que sucede en cada región. Y es así como, usualmente, en el mundo del vino, más bien nos enteramos de proyectos y ofertas turísticas de empresas con más recursos. En ese sentido y como Caleta Wines, la idea es apostar por esa descentralización de la visibilidad y por ende, de la oferta. Por eso revisamos la escena viñatera de la Región de Valparaíso más allá de sus valles turísticos tradicionales. Así llegamos al interior, al valle de Marga Marga.

Un modelo colaborativo

En la región solemos asociar las viñas y el enoturismo con valles como Casablanca y Aconcagua, principalmente. Y la mayor cantidad de visitas son en los mismos lugares. Hay centralismo. Pero también hay un gran mundo de producción vitivinícola en los otros lugares de la zona.

Un caso de viñedos alternativos es el de la Cooperativa Vitivinícola Marga Marga. En ella, diversos productores locales de Quilpué se reunieron para trabajar de manera sustentable y llevan activos desde 2016.

En tiempos pre-pandémicos, hacían catas guiadas todos los domingos, en donde se degustaban sus vinos naturales, vale decir, elaborados sin excesos de conservantes -o nada de ellos- aparte del uso de levaduras nativas y procesos usualmente ancestrales, como la fermentación en lagares de cuero de vaca. Tal como en tiempos coloniales. Las cepas usadas en sus vinos, chardonnay, sauvignon blanc, pinot noir y país, ya están adaptadas al territorio y tienen su historia.

Esto permitió activar un foco distinto en la escena local del vino, donde cada propuesta es sumamente única. Carolina Alvarado y Arturo Herrera, quienes vienen del mundo de la agronomía. Siempre estuvieron ligados al vino, hasta llegar a su producción artesanal. Mucho antes del 2016 habían comenzado su producción de vinos, buscando rescatar la tradición de la zona. Comenzaron en el sector de Quebrada Escobares, hasta hoy mantenerse instalados en el fundo San Jorge.

Su experimentación personal los llevó a enfocarse en la producción artesanal de vinos y hoy han logrado su camino. Tras la pandemia esperan poder volver a funcionar presencialmente. Carolina cuenta que ya están llenos de trabajo con la vendimia, una de las más bellas épocas del año. Y ellos están haciendo frente desde Quilpué con su concepto de enoturismo y producción artesanal, logrando destacar a la región de manera internacional.
“Nuestra misión con los vinos es rescatar las cepas tradicionales de este valle, como País. Producimos tintos y blancos, como Chardonnay, Sauvignon Blanc y Pinot Noir”. Su producción está enfocada en lo natural ya que no usan máquinas o una implementación industrial. La cosecha se hace a mano, y todo tiene un proceso de acompañamiento lento.

Por lo demás, la producción es más pequeña. El terreno permite que se generen 4000 botellas al año de una cepa y así, teniendo un promedio anual de 2000 botellas en la Cooperativa.

Tierra aún más adentro

Cuando seguimos el recorrido hacia el interior, bordeando el río Aconcagua, aparecen quienes están metiendo ruido y abriendo nuevos caminos. Es el caso de Narbona Wines.

Las tierras quillotanas son generosas a pesar de la sequía. Siguen resistiendo. Es desde aquí que en la Quebrá del Ají, Pedro Narbona se estableció con su proyecto, que ya lleva varios años de producción desde la zona.

Como muchos otros productores, está involcurado en el gremio, y por eso se preocupa de relacionar con el turismo local. Durante los meses del 2020 la misión no fue fácil, pero sí se activó su venta en formato delivery. Lo que pasa acá es que se generan oportunidades para hacer cruces: para invitar a un chef, maridar, hacer trekking, todo en un mismo punto.

Narbona trabaja vinos y asociatividad en un rincón remoto del Valle de Quillota. A través de unir fuerzas, y hacer lazos, la escena local se fortalece y se hace más sostenible: más que competir, se enfoca en colaborar y poner desde su vereda, vinos de calidad.

Luego en el viaje aparece Nelson Valencia, una de las partes del operador turístico Keltehue, donde hacen -entre otros tours- recorridos de enoturismo en distintos puntos de la región. Nelson lleva unos años moviéndose en este mundo, y también desde donde él trabaja intenta aportar buscando otros productores, cambiando constantemente las visitas de las viñas, abriendo nuevos y oportunidades.

Su impresión es que, en especial en este tiempo post-pandémico, cuidando los aforos y las fases, hay que seguir fortaleciendo las relaciones en el mundo del enoturismo, y abriendo nuevos canales de comunicación para la industria local.