Pasar agosto 

Por Isidora Díaz de @revistafondo

Me acuerdo que cuando era chica los aromos florecían en agosto. Este invierno fui al sur y ya a principios de julio estaban las flores amarillas reventadas, como si la primavera ya se hubiese desatado. 

En julio, al menos tres personas mayores -más o menos cercanas- se fueron a descansar, sin siquiera haber visto el primer día de agosto. 

Y a los gatos ya los escuché bien vueltos locos, también el mes pasado. Pareciera que el cambio climático movió todo y que julio es ahora el nuevo agosto.

¿Qué nos queda para agosto, entonces? Vacío de su sentido original, tiene ahora otro sabor. Se siente más primaveral y liviano, casi como un prefacio largo de septiembre, como esas cuecas con harto fraseo inicial, que no empiezan nunca. Con la inflación la gente anda ya comprando carne, y a tono también se ven las ofertas de vino. Agosto es una dulce espera dieciochera y de eso, no me quejo. 

Este agosto, particularmente, es de espera política también. Sea usted de los que el 5 de septiembre despertarán con la marraqueta más crujiente o más latiguda, no se puede negar que estamos en tiempos tensos. La cosa está polarizada y muy escasa de argumentos. Ante eso, no queda más que informarse debidamente y votar a conciencia por lo que a uno, y a nadie más, le parezca mejor. 

Por mientras -entre preparativos dieciocheros y democráticos- lo único que queda es juntar y tomar vino. Caleta Wines tiene absolutamente para todos los gustos y sentires; Ud. explore lo que hay y haga su encargo pronto, antes de que se le vengan encima las fechas. ¿No vamos a andar a última hora comprando vino en el súper, cierto?